Esta estética flor con forma de pequeño farol crece, generalmente, en sitios húmedos como quebradas, bordes de lagunas o las orillas de los ríos. Existen dos variedades de la especie: una de flores rojas y otra de flores blanco-rosadas que brotan en arbustos siempre verdes de no más de 2 metros de altura, con largas y delgadas ramas. Dada su llamativa y exótica belleza se la utiliza para decorar los ambientes aprovechando que su floración dura varios meses.
Existe una bonita leyenda que cuenta la relación entre esta delicada planta y una simpática ave que habita la región más austral del continente americano: el Diucón. Este pájaro de plumaje grisáceo no llamaría la atención si no fuera por sus intensos ojos rojos y la leyenda explica, justamente, a qué se debe el color de los ojos del Diucón. Había una vez pequeña ave de plumaje gris que vivía sola y feliz, en lo más profundo de los bosques de la cordillera patagónica, bebiendo las aguas cristalinas de lagos y arroyos provenientes de las altas cumbres nevadas. Un invierno, mientras recorría el bosque, escuchó una voz que lo llamaba desde la orilla de un arroyo cubierto de copos de nieve. Con breves saltitos se fue acercando sigilosamente hasta ver una flor roja apenas iluminada por un tenue haz de luz. Al verlo, tal fue la alegría de la flor que la belleza de sus pétalos carmín encendido se multiplicó en instantes. Y la flor habló: “Soy Aljaba” –le dijo-, mientras escondía su temblor por el frío. “Te he visto pasar por aquí, posándote en las ramitas de mis vecinos matorrales donde el sol calienta tu gris plumaje”. Y prosiguió: “Podrías ayudarme? “No puedo moverme ya que la Madre Naturaleza me
bendijo diciéndome que yo era la encargada de darle toda mi belleza a este arroyo, por eso construí firmes raíces para arraigarme aquí para siempre y cumplir con mi rol”. Sin dudarlo, con su diminuto pico, el ave sacó uno a uno los destellantes cristales de hielo hasta que el primer rayo de sol iluminó por entero a la Aljaba; y al recibir calor, ésta despertó a sus hermanas que pendían de la misma rama. Al verlas, el Diucón quedó tan maravillado por sus colores que éstas, en agradecimiento por la ayuda recibida, decidieron obsequiarle sus destellos rojos para que adornaran para siempre sus ojitos. Desde entonces, la leyenda dice que el Diucón lleva el color de la Aljaba en sus ojos recordando con cariño ese hermoso encuentro.
2 comentarios:
Son hermosas las leyendas que estas publicando Marian, me encanto!!! Besos, Elena
hola mariana! te felicito por todo lo que has recorrido y por la historia del chilco. en casa habia mucho chilco, y cuando vivia en la av. alem tenia una maseta con esa planta. son preciosas todas las flores, pero esa es la que yo conozco. tambien te felicito por tu hermosa quinta que va progresando. las leyendas estan muy interesantes, tanto la del pajaro como las de las otras flores.
un beso grande, tia ana.
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