Imagen carnavalesca

Parece carnaval, no?
Sin embargo las fotos fueron tomadas en mayo (y hacía calor de verano!!!)
en el barrio de Palermo, en Montevideo.

Nada que ver al Palermo de Buenos Aires NADA QUE VER.


Este barrio montevideano se ubica al sur de la ciudad. Toma su nombre de la ciudad italiana homónima, lo que da cuenta de su origen de barrio de residencia de inmigrantes, que llegaron en grandes cantidades a la ciudad hasta las primeras décadas del siglo XX.

Antes de tocar se hace un fuego alrededor del cual
se ponen los tambores para que suenen mejor.

En la zona aún sobreviven las antiguas viviendas colectivas donde habitaban estos inmigrantes y la colectividad afroamericana, aunque una de las construcciones más notorias es el Cementerio Central (lugar típico de encuentro para hacer sonar los tambores, afuera obviamente).

Junto con el Barrio Sur, el barrio Palermo es el centro de la actividad carnavalera de los descendientes de africanos orientales, quienes todo el año (recuerden las fotos son de mayo .... había más gente porque justo había un festival) se preparan para el Desfile de llamadas, desfile que se realiza por la calle Isla de Flores y que atrae a miles de personas con su tronar de tamboriles.


Me mataron los chiquilines!!!


Y como siempre, y a toda hora, el mate bajo el brazo.

Fuente: Wikipedia.

5 comentarios:

Elena dijo...

Me encanto esta nota Marian! Sos tan increiblemente observadora!!!!!!!!!!! Besosssssssss

Marian dijo...

me encantó ver tanta movida esa noche! los sonidos de los tambores generan algo increíble!!!
besooo

Elena dijo...

Cuando tocan todos juntos, el sonido se siente en el estomago y es magico.....

Anónimo dijo...

La primera vez que salí a tocar en una cuerda de tambores en plena calle, al dar los primeros pasos y con el tambor colgado...sentí en las suelas de mis zapatos algo raro, como si hubiera pisado algo extraño y pegajoso.

Que bronca pensé, apenas los primeros pasos y me viene a pasar esto...!! Después comprendí que pasaba, era la vibración del piso ante el estruendo de los tambores que generaba esa sensación.

Todo vibraba a nuestro alrededor y la emoción de estar ahi adentro es inexplicable.

Después viene la conversación entre los tambores, las llamadas, decir sin hablar y hacer música y magia.

Los tambores fueron la medicina de nuestros esclavos, y hoy esa sabiduría es el antídoto para estos tiempos rápidos y globalizados.

Saludos desde Montevideo.
Boris.

Marian dijo...

hola Boris!
qué buena descripción de ese momento!
yo también sentí esa energía y esa vibración (obvio que no tocaba yo).

saludos!