Una tarde en el río Rivadavia

Todo comenzó con un mensaje de texto que decía: “¿venís al Rivadavia? La invitación me descolocó un poco, tenía mucho que hacer pero también pensé que, a veces, cuanto menos se planea, mejor salen las cosas. Dejé todo de lado y respondí a mi amigo Christian Valiente “¡vamos!”. Partimos cerca de las cinco de la tarde de El Bolsón y en menos de dos horas estábamos entrando al maravilloso Parque Nacional Los Alerces, -creado en 1937 y con una superficie de 263.000 hectáreas-. Este parque protege los bosques de alerces milenarios y la importante cuenca hídrica que allí se encuentran, inmersos en una zona rica en especies y con una calidad ambiental excepcional. Los alerces, pueden alcanzar los 60 metros de alto con troncos de tres metros de diámetro y una edad aproximada de 3.000 años en algunos ejemplares.

En cuanto a la cuenca, ésta comienza en el Lago Rivadavia, el Río Rivadavia lo une al Lago Verde, que desagua por el bellísimo Río Arrayanes, y a pocos metros de su naciente recibe las aguas del Río Menéndez, para luego desembocar en el Lago Futalaufquen. Este último se comunica con el Lago Krugger a través del Estrecho de los Monstruos. A su vez, el Lago Krugger recibe el tributo de las aguas del Río Stange, y desagua por medio del Río Frey al embalse Amutui Quimey. Aquí nace el Río Futaleufú, que se interna en territorio chileno luego de recorrer aproximadamente 20 kilómetros de suelo argentino. Por último, completan este sistema el Lago Menéndez y las lagunas Larga y El Martillo, haciendo de este parque nacional un lugar de excelencia para la pesca, complementado con la exuberante belleza de su paisaje.
Los salmónidos que pueblan las aguas del parque guardan una gran pureza genética y su gran calidad silvestre se debe a que las cepas originales no fueron contaminadas por redoblamientos ni escapes de pisciculturas. Una de las joyas de esta cuenca es el Río Rivadavia, uno de los ríos más bellos de la Patagonia y que, a lo largo de sus 11 kilómetros de extensión, resulta un pesquero mundialmente reconocido por la cantidad y la calidad de las variedades que allí se encuentran: Arco Iris, Fontinalis, Marrones y Salmones Encerrados. Tanto flotándolo como pescando desde la costa, la experiencia resulta excepcional.



Lago Rivadavia,
comienzo del río homónimo










Luego de un hermoso día el sol comenzó a esconderse lentamente pero la temperatura continuó siendo agradable y el lago parecía una piscina. Primero caminamos unos cuantos metros bordeando la costa del lago hasta llegar a la boca del Rivadavia y el espectáculo se tornó, simplemente, surrealista. Una imponente pared montañosa se hundía en las aguas del río mientras que frente a ésta se alzaba el tupido y verde bosque, formando una suerte de pasadizo en el cual estábamos a punto de internarnos en busca de las preciadas truchas.





Casteando en la boca
del río Rivadavia










A medida que avanzábamos los colores del agua y la vegetación se iban entremezclando y generaban un maravilloso efecto. Además, la quietud del agua y la ausencia de viento hacían sentir que estábamos completamente solos en ese mágico lugar y desde la orilla podíamos contemplar, como si estuviéramos frente a una pecera, los hermosos ejemplares que se paseaban delante de nosotros.





Eligiendo "la adecuada"














Luego de caminar un buen rato llegamos a la confluencia con el arroyo Colehual. Un magnífico lugar donde las truchas suelen apostarse y con la luna asomando Christian siguió intentando, esta vez con una caddis elk.




La elección fue acertada y una Arco Iris de unos 600 gramos picó y empezó a dar pelea dando acrobáticos saltos hasta que logró soltarse. La pesca comenzaba a ponerse cada vez más entretenida y lo mejor estaba por venir.





El sol se había ocultado totalmente y sólo quedaban algunos vestigios de claridad detrás de las siluetas de las montañas que se veían en el horizonte. El gran momento del hutch estaba llegando y fue tiempo de probar con una línea de flote 5, un leader 6x de 12 pies de largo y una mosca sedge para que la adrenalina empezara a fluir intensamente. Poco a poco las truchas comenzaron a asomar como grandes lágrimas de plata que brotaban del agua. Primero fueron unas pocas hasta que en cuestión de minutos eran cientos de ellas las que emergían del río, a tal punto, que ya no sabíamos para dónde mirar. El espectáculo era tan increíble y conmovedor que quedamos hipnotizados contemplando el show de saltos pero también permanecíamos atentos a las truchas que comenzaban a picar. Hasta que, súbitamente y estando 20 metros aguas abajo de la desembocadura del Colehual una hermosa Arco Iris picó y nos hizo salir del estado de admiración en el que habíamos entrado dando paso a la más pura acción. Este bellísimo ejemplar de un kilo 100 dio 25 minutos de pelea para cobrar ya que era muy robusta y combativa -además de estar en excelente estado físico-. Mientras que su hermosa pigmentación era una clara muestra de que se trataba de un ejemplar muy sano.

El hutch duró aproximadamente 30 minutos y de la intensísima actividad pasamos a la más absoluta calma y tranquilidad. El salto de un momento al otro fue tan rápido que parecía el resultado de algún encantamiento. Ya se había hecho de noche pero gracias a la intensa luz de la luna pudimos abrirnos paso a través de los senderos. Recién en ese momento nos dimos cuenta del frío que hacía y que la emoción vivida había sido tan fuerte que no habíamos podido percibir nada más. Unos buenos mates nos reanimaron y, finalmente, emprendimos el regreso.



De vuelta al agua ...







Recomendaciones
En este pesquero sólo se puede utilizar mosca y la devolución es obligatoria. En cuanto a los equipos, los recomendados y más utilizados son los #4 y # 5, con líneas de flote y para moscas se usan las imitaciones de caddis y efímeras para Salmones, Marrones y Arco Iris. Sin embargo, Christian utilizó un equipo #8 con una línea de hundimiento ultrarrápido corlang quick descent 325. Para empezar, en la boca del río, usó una rabbit negra y a medida que iba avanzando y leyendo el río fue probando con distintos tipos de mosca como la tradicional wolly bugger y con moscas secas emergentes.


Ubicación y accesos

El Parque Nacional Los Alerces se encuentra al noroeste de la provincia de Chubut -más precisamente en el Departamento Futaleufú-, a 1.900 kilómetros de Buenos Aires y a menos de 40 kilómetros de la ciudad de Esquel. En general la vía más rápida es a través de esta ciudad a donde se puede llegar en avión por Aerolíneas Argentinas o Lade. Por tierra, varias son las empresas que hacen el recorrido: Andesmar, Vía Bariloche, Crucero del Norte, Don Otto, y T.A.C, entre otras. Se arriba al parque por la Ruta Nacional N° 259 empalmando con la Ruta Provincial N° 71, que atraviesa el área protegida en dirección norte-sur. Por este camino se arriba a Villa Futalaufquen, donde se ubica el Centro Administrativo del Parque Nacional. La Ruta continúa hacia el norte del Parque uniendo la Villa Futalaufquen con la Ruta Nacional N° 40 (ex 258), rumbo a la Ciudad de El Bolsón (a 90 kilómetros aproximadamente).

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Qué lindoooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooo!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! saludos a Christian, Paula y Joaco!!! :) :) :)

Pablo ! dijo...

Que lindo che !! estube acampando ahi con mis viejos en el año 84, que buen lugar. Muy buenas fotos